jueves, 21 de marzo de 2013

Desempleo


Durante la crisis económica, que ha provocado un significativo aumento del desempleo, las cifras que recogen el número de parados han sido uno de los indicadores económicos más esperados. Sin embargo, cada tres meses se observa una disparidad entre el paro registrado en el Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE), el antiguo INEM, y la Encuesta de Población Activa, lo que dificulta la concreción del número exacto de parados que hay en el país.

En realidad, ambas cifras son correctas, pero los datos están recogidos y elaborados de forma distinta. Las diferencias, no solo en la metodología y en los criterios de medición, sino en los objetivos y contenidos de las dos formas de contar el desempleo, determinan esa horquilla entre ambas, aunque durante este año su amplitud ha crecido.

Así, el paro registrado en las oficinas públicas de empleo del SEPE era de 3.128.963 desempleados en diciembre de 2008, mientras que en la EPA era ligeramente mayor, con 3.207.900 desempleados.

La prestación por desempleo de nivel contributivo, popularmente conocida como el cobro del paro, es una prestación económica que tiene la finalidad de proteger a los trabajadores que pierden su empleo por causas ajenas a su voluntad.

Se pueden beneficiar de ella personas que hayan perdido el empleo de forma definitiva, a causa de un despido o al finalizar un contrato temporal.

También tienen derecho a esta prestación:
Quienes pierdan el empleo de forma temporal.
Quienes vean reducida temporalmente su jornada ordinaria de trabajo, al menos en una tercera parte, con la correspondiente reducción proporcional del salario.
La pérdida temporal de empleo y la reducción temporal de jornada se producen cuando una empresa presenta un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), en la mayoría de casos a causa de una fuerte caída de la producción.

Es una situación que tiene lugar sobre todo en las épocas de crisis.

A veces las empresas se ven obligadas a presentar un ERE y si la autoridad laboral lo acepta, los empleados dejan de trabajar durante unos días al año -y en ese período cobran el paro- o bien se les reduce temporalmente la jornada laboral y el salario, y en ese caso el paro les cubre la parte del sueldo que deja de pagarles la empresa.
Uno de cada cuatro trabajadores está en paro. El dato es redondo, contundente, frío. Muy frío. Y, en cambio, también es muy elocuente. Habla por sí mismo de cual es el principal problema que padece España. Eso se corroboró este viernes, dio a conocer que el desempleo siguió subiendo en verano. Llegó al 25,02%. Un nuevo hito histórico de la crisis, como los 5,778 millones de parados. Este dato, otro lado de un prisma muy complejo, no es tan frío   ,está lleno de caras.
El combinado de recesión más abaratamiento del despido y recortes ha logrado algo que parecía imposible: agravar la enfermedad que sufre el mercado laboral español. Desde que comenzaron a notarse los primeros síntomas de la recaída en la segunda mitad del año pasado se han destruido 835.900 empleos y el número de parados ha crecido en 799.700 personas.
Y ahora comienza el invierno, la peor época para buscar trabajo. Se ha acabado la temporada alta turística: el buen tiempo ya no protege las obras ni las campañas agrícolas; y el resto de sectores ya no tienen que sustituir a los empleados que se van en las vacaciones estivales. Dice la lógica y la costumbre —agravadas por la recesión— que ahora se recrudece la destrucción de empleo y el aumento del paro. Dicho de otra forma, más pronto que tarde España marcará otro trágico hito laboral: superará los seis millones de parados.

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